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Mostrando entradas de 2017

T-10

       T-10  Diez . Nos despidieron como héroes. Vamos a hacer historia. Ciento quince días recluidos en este lugar, ciento quince amaneceres me separan de un nuevo comienzo. Nueve. Amanecer ¿Podré llamarle así mañana?  Algunas palabras perderán sentido, no queda más que acostumbrarse a la idea. Suena de fondo Life on Mars de Bowie, pero en mi mente hay otra melodía. No puedo evitar pensar en Major Tom. Ocho . Sé que hago lo correcto. Jamás encajé en este mundo y nada me ata a él. Soy el único Psicólogo a bordo y la cordura de todos depende de mí. Siete. Seremos los primeros, construiremos el refugio para todos los que vendrán; pero ¿por qué me siento parte de los condenados que marchaban a Siberia para levantar su propia prisión? Seis . Al menos los presos podían respirar con libertad. Quisiera llenar mis pulmones una última vez, sentarme bajo un sauce, andar descalzo sobre la hierba verde. Cinco. Verde, espero no olvidar ese color. La mit

Sábado

Sábado Me acuerdo que era sábado porque en la tele estaba Don Francisco desde las 4. Yo tenía quince, creo, y venía llegando de la cancha, estaba cansado, sucio y atrasado. Todos miraban la tele. Mi papá ya estaba medio curao’, sentado en la cabecera con La Cuarta en la mano y la caja de medio en la mesa. La mamá no dijo nada, pero él me miró enojado; y no hizo falta más para saber  que iba a tener problemas. Mi taza estaba a su derecha. Me senté a su lado, temeroso. Él me ignoró. La rosita tenía diez y ya sabía hacer todas las cosas de la casa; la habían entrenado de chica para ser la mujer de reemplazo si nos faltaba la mamá. Me sorprendía todos los días con su ingenio para arreglárselas sola, preocupada de que no se notara cuál de las dos hacía las cosas, para que no se enojara el papá. En la hora de once, verla era todo un espectáculo: se equilibraba en el brazo la canasta con el pan— añejo y tostado para ablandarlo— y, con la mano del mismo lado, tomaba la tetera hirv